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La ‘San Silvestre’ que vuelve locos a los japoneses

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La 'San Silvestre' que vuelve locos a los japoneses / GETTY

 

Decenas de miles de personas llenan la avenida frente al Palacio Imperial de Tokio con orden (ni un apretujón, en filas perfectas), pancartas y teléfonos móviles preparados para capturar el momento. Grupos de animadores, en su mayoría hombres, clavan coreografías secas, sin florituras, ¡uh!, ¡ah!, ¡uh!, ¡ah!, al ritmo de los tambores. Helicópteros, coches y motos, es decir, un dispositivo parecido al que rodea al Tour de Francia, aseguran que todo lo que pase en la prueba aparecerá en los televisores de medio país.

Es un día festivo, son las siete de la mañana y hace bastante frío. Pero la expectación es enorme porque va a empezar uno de los eventos deportivos más importantes en Japón: el ekiden (carrera de relevos) de Hakone.

Cada año desde 1920 entre el 2 de enero y el 3 de enero 20 universidades disputan una carrera de casi 220 kilómetros dividida en 10 relevos (cada relevista completa algo más de un medio maratón). Desde el centro de Tokio hasta los pies del Monte Fuji, los mejores corredores jóvenes del país buscan por equipos una victoria que les podría hacer famosos. La prueba, retransmitida por la cadena NTV, suele superar el 30% de share durante sus dos días y empresas como Nike, Mizuno o Sapporo venden mercadotecnia conmemorativa.

Este año, por ejemplo, varias líneas del metro de Tokio se pintaron con los colores de las 20 universidades participantes (en lugar de un testigo los corredores llevan una colorida cinta cruzada). «Cuando vivía en Japón estuve recibiendo publicidad sobre el ekiden de Hakone durante meses: se vende de todo, de toallas a chaquetas especial. Es un gran negocio», relataba en The Guardian el periodista Adharanand Finn, autor del libro La senda del corredor (Ediciones B, 2016) que desentraña algunos secretos del atletismo japonés.

El atractivo de la carrera es evidente: su igualdad y su altísimo nivel. Pese a su distancia (dura unas once horas, con parón de noche) muchas ediciones se han decidido en los metros finales; pese a que sólo compiten atletas sub 23, en cada edición más de 30 participantes bajan de 63 minutos en el medio maratón.

Por comparar, en toda la historia no habido 30 españoles que hayan logrado ese registro.Existe toda una filosofía detrás del ekiden. Se dice que también engancha a los japoneses porque premia el trabajo en equipo y resta importancia a los tiempos individuales, pero también tiene sus defectos. De hecho, el principal podría resumirse en un dato: ningún japonés ha ganado una medalla olímpica en mediofondo o fondo desde la plata de Koichi Morishita en el maratón de Barcelona 1992. Aunque por potencial puede equipararse con Kenia o Etiopía (cada año más de 300 japoneses bajan de 65 minutos en medio maratón), el país está demasiado entregado al éxito del ekiden.

 

Presión

 

En los institutos y universidades hay todo un sistema para buscar fondistas con talento. Antes de acabar bachillerato ya compiten en los 10.000 metros y antes de acabar la universidad, en el maratón.

La mayoría se quema muy pronto», analiza Pablo Villalobos, campeón de España de maratón en 2017 y participante en 2001 en el ekiden de Chiba, una prueba ya desaparecida, con menos popularidad que el ekiden de Hakone, en la que se invitaba a selecciones de varios países. «La organización era alucinante. Por ejemplo, cada corredor contaba con un voluntario para ayudarnos 24 horas al día. Incluso calentaban con nosotros. Sólo nos separábamos para competir», recuerda el maratoniano.

Bajo su punto de vista, el sistema japonés es demasiado propio, una máxima en el que insiste el periodista Adharanand Finn. El éxito del ekiden es, según él, la pescadilla que se muerde la cola: gracias a su popularidad hay unos 1.500 fondistas japoneses que viven de correr (en España podrían quedarse en unos 20 o 30), pero por culpa de su popularidad no hay campeones que se centren en Juegos y Mundiales. Además, influyen los métodos, obsoletos.

Los atletas viven con demasiada presión desde edades demasiado tempranas, suelen entrenan muchísimo, siempre lo hacen en asfalto y descansan más bien poco. En su libro Finn incluso explica que, aunque los estiramientos antes de entrenar ya han sido desterrados por el riesgo de lesión que conllevan, en Japón continúan a la orden del día.

El reto del país en los últimos años, de hecho, ha sido romper con esos moldes, alejarse momentáneamente del éxito de ekiden, para intentar conseguir un buen resultado en los cercanos Juegos de Tokio 2020. En 2018 hubo hasta ocho maratonianos japoneses entre los 100 más rápidos del mundo y algunos de ellos, como Suguru Osako o Yuta Shitara, ambos estrellas del ekiden de Hakone entre 2012 y 2014, podrían considerarse ya candidatos a la medalla olímpica.;

 

JAVIER SÁNCHEZ / EL MUNDO ES

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