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Dos ruedas, la otra pasión de Sebastian Vettel

Publicado el

vettel051113

 

Cruzando el paisaje de Furkajoch, en la parte oeste del estado de Vorarlberg en Austria, se observaba un joven vestido con una chamarra de cuero, pantalones de mezclilla y un casco plateado paseando sobre su motocicleta.

Hoy día hay varios amantes de las motos, pero solo algunos pocos pueden llegar a identificar qué tipo de moto es, incluso hasta después de ver su marca. Si es una Scott Flying Squirrel, hecha en 1938, el piloto es mucho más fácil de identificar: Sebastian Vettel, el cuatro veces campeón mundial de la Fórmula Uno y amante de los vehículos antiguos.

"Después de que aprendí a andar en moto, mi papá me compró una Mini Vespa para mi hermana y para mí”, dice Vettel. “Hacía muchísimo frío cuando hice mi primer paseo en el jardín, me congelé tanto que me caí”.

Vettel llevaba una vida normal, activa, y la manera más obvia de sentirse libre llegó en dos ruedas: “Podías manejar en la ciudad, llegar a alguna alberca, encontrarte con amigos. La motocicleta fue el primer medio de transporte que me dio independencia”.

Como adolescente, Vettel corrió go-karts y lo más lógico es que su siguiente paso fuera el trámite de una licencia de ciclomotor. ¿Un piloto de carreras manejando a su escuela en una motoneta? Imposible. Naturalmente, la motoneta fue alterada y se sometió a varias modificaciones mecánicas para correr a mayor velocidad, “retoques sin un fin en específico”, ríe Vettel.

De cualquier modo, nació muy tarde (1987) para la verdadera edad de oro de las motonetas arregladas. Fue la generación de su padre la que estableció los parámetros de este medio de transporte en particular. “A mis 16, invertí todo el dinero de mi confirmación en mi primer motocicleta, una Cagiva Mito”, menciona Vettel. “Fue algo especial. De frente parecía una Ducati”.

Aquella Mito raramente estaba estacionada afuera de la escuela; por el contrario, Vettel estaba comprometido en encontrar el camino que lo llevara a competir en series junior de carreras. No mucho tiempo después, pasó sus exámenes finales e hizo su debut en la Fórmula Uno, a los 19 años.

Sin embargo, la plática de las motocicletas nunca quedó en el olvido. Su abuelo vivía entusiasmado por la NSU Max y la BMW R 51/3, y ahora Vettel tiene aquella BMW que él solía conducir, aunque aún no está lista para rodar. “Para ser honesto”, dice el nuevo dueño, “tiene que ser reconstruida nuevamente en su totalidad”. Quiere hacerlo con sus propias manos, pero aún no tiene el tiempo para hacerlo ahora.

También en su flota se encuentran otros trabajos pendientes de restauración: uno tiene la forma de una Vespa antigua, así como un moderno scooter que monta todos los días (“el más poderoso de la ciudad”), una KTM 690 Duke para tomar curvas con diversión y una BMW S 1000 RR para conducirla de una manera mucho más seria.

Cuando se tiene las habilidades deportivas que tiene un piloto Campeón de la Fórmula Uno puedes subirte a cualquier fierro antiguo y te verás espectacular. “Creo que me acostumbro a la velocidad y secuencias de movimiento muy rápido”, dice, “tengo la sartén por el mango, pero como no tengo la suficiente experiencia, se vuelve algo peligroso”. Y es que Vettel respeta sus limitaciones.

“No soy aquel que corra hasta que los neumáticos llegan a su límite”. Los momentos silenciosos, llenos de armonía, son los que más disfruta Vettel cuando conduce su motocicleta.

De hecho, lo pueden llegar a poner en el mejor estado de ánimo. “Al conducir una motocicleta obtienes una sensación de libertad que no tienes cuando manejas un automóvil. Tus sentidos cobran un nuevo significado. No tienes radio, pero tampoco es necesario. Hueles el entorno y te vuelves más consciente que cuando vas en un convertible. Puedes pararte donde quieras, bajarte, incluso en la ciudad. Ahí es donde la motocicleta se vuelve invencible. No estás atado a un vehículo como cuando estás en tu auto. Creo que es una pena que la moto no tenga el mismo estatus que tuvo alguna vez en los jóvenes”.

La discusión gira en temas más filosóficos, como a menudo suele suceder entre los jóvenes motociclistas. “En apariencia, considero las motos de carreras más atractivas,” dice Vettel. “Pueden ponerte una frente a ti y simplemente admirarla, como si fuera un cuadro en la pared. Después tienes a las hermosas motos desnudas, donde luce mejor el aspecto mecánico. Eso es lo que me parece más interesante en cuanto a las motos antiguas: realmente puedes darte una idea de cómo funcionan y cómo fueron armadas. Puedes visualizar mucho mejor todo el proceso. Con los autos se vuelve mucho más abstracto, pero con una moto tienes la ilusión que la puedes reparar tú mismo cuando lo desees –o por lo menos sabrás por dónde empezar. Me resulta muy interesante ver la manera en que funciona, cómo se genera la propulsión”.

Werner Jessner / The Red Bulletin

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