Los Juegos Olímpicos representan para todos los deportistas la posibilidad de convertir un sueño en realidad, de poder triunfar ante el mundo entero, de poder ascender al monte Olimpo junto a los dioses de la antiguedad griega y grabar su nombre a fuego para la posteridad.
Pero no sólo los atletas sienten algo especial con sus triunfos; su país entero se siente orgulloso y se llena de júbilo cuando uno de sus representantes logra una medalla.
A lo largo de los más de cien años de historia de los Juegos modernos, son muchos los países que se han sentido especiales por un momento al ver cómo uno de sus deportistas se alzaba con un triunfo o una presea olímpica. Es la cara más feliz de una moneda que también tiene cruz: la de aquellos países pequeños que por población, falta de recursos, de interés por el deporte o de solidez económica, tienen tan lejos el sueño de un triunfo deportivo internacional como cualquier amateur.
Ante tal panorama, hace casi tres décadas nueve países europeos fundaron sus propios Juegos Olímpicos, con la aprobación del COI. Se trata de los Juegos de los Pequeños Estados de Europa, en los que compiten bianualmente nueve países: Islandia, Malta, Montenegro, Andorra, Chipre, San Marino, Liechtenstein, Luxemburgo y Mónaco.
Todos ellos tienen menos de un millón de habitantes, condición indispensable para poder disputar esta particular competición. La idea original es de San Marino, quien se puso en contacto con los demás países y con el COI para que pudieran unos Juegos que hace apenas un mes han cumplido su decimoquinta edición.
Hasta el momento, entre estas nueve naciones sólo han logrado siete medallas en los JJOO tradicionales, muy lejos de las más de dos mil con las que Estados Unidos lidera el medallero histórico.
En estos Juegos de los Pequeños Estados las grandes dominadoras son Chipre e Islandia, si bien es cierto que en la última edición, celebrada en Luxemburgo, fue el país anifitrión el que lideró la clasificación final con un total de 106 medallas, 36 de ellas de oro.
La 'cenicienta' de estos humildes Juegos es Montenegro, que en las quince ediciones apenas ha logrado ocho medallas: cuatro de oro, dos de plata y dos de bronce. Puesto que se trata de una competición hecha a medida y a escala, todo es my minimalista.
El presupuesto para los Juegos de este año fue de 3,3 millones de euros. Participaron 857 atletas en once deportes (atletismo, baloncesto, ciclismo, gimnasia, judo, natación, tenis, tenis de mesa, tiro, volleyball y volley-playa) y todas las competiciones se completaron en seis días, entre el martes 28 de mayo y el sábado 1 de junio.
Sin embargo, la gran diferencia respecto a su hermano mayor es que la entrada a todos los deportes durante todos los días es gratuita junto al hecho de que grandes deportistas como Andy Schleck (ciclista luxemburgués) o los equipos femeninos de Montenegro de baloncesto y volleyball decidieron no acudir a la cita.
El primero por estar preparando el Tour de Francia. Los dos conjuntos alegaron su clara superioridad sobre los rivales. En lo que sí guardan relación estos Juegos con los originales es en que hay antorcha, estadio olímpico, villa para los deportistas y jornadas de inauguración y clausura con el habitual mensaje del presidente del COI.
Como ya hiciera en Londres el año pasado, Jacques Rogge volvió a pedir a los atletas que huyeran del dopaje y destacó de nuevo el papel de los voluntarios, que para él son el "alma" de la competición. (Lainformacion)
