BARCELONA — Del aplastamiento al hundimiento en apenas un abrir y cerrar de ojos, el partido del Barcelona pudo asemejarse a esa clase de películas de terror en la que los protagonistas pasan de disfrutar a sufrir un terror absoluto. “Creo que han sido los 40 minutos mejores nuestros. Para mi espectaculares, un escándalo. A partir de nuestro error, con el gol de ellos, hemos entrado en barrena” convino en la sala de prensa Luis Enrique, quien admitió que los errores de concepto, de posesión, pase, de fondo en suma, derrumbaron de mala manera a este Barça de dos caras.
Magnífico en su presentación, al equipo español, sin embargo, el primer susto le condujo al pánico y a convertirse en un muñeco ante un rival que pasó de ser un ‘amigo’ a convertirse en un monstruo que le asustó como no se recordaba. “Ya se pudo ver contra el Granada, que hizo un partido muy discreto”, se escuchó en alguna tertulia de urgencia a la conclusión del partido, pero, obviamente, el Granada no tiene el peso futbolístico de este Manchester City que convirtió las sensaciones que ofreció en algunos instantes del Camp Nou en un festival al amparo de sus aficionados. Ausente Iniesta, aquel tipo que sabe hacerse dueño de la pelota cuando más se necesita frenar un partido, desconectar a Messi fue la misión perfecta para Guardiola.
Leo intervino 33 veces en la primera mitad y solamente 13 en la segunda, bajando al centro del campo sin que ello le diera ninguna oportunidad ante la terrible imagen de sus compañeros. Incapaz de sacar el balón controlado desde atrás, el Barça fue sometido de manera bestial por un equipo al que, además, le devolvió la fe. Porque el Manchester City pasó de ser un equipo entregado y cercano a la humillación, alejado de la imagen de candidato, a serlo con todas las de la ley. Asustado, temeroso… Hasta un punto desconcertante, en el Barcelona nada salió como se precisaba.
No estaba Piqué y la defensa sufrió, Sergi Roberto, un seguro en los dos meses anteriores, perdió un balón fatal para el empate y cinco en total; Busquets fue una sombra, Suárez invisible y a Messi nadie le ofreció una simple llave para abrir la puerta a la esperanza. Un Halloween para olvidar. Un Barcelona, vestido de morado, que salió a la fiesta de Manchester y acabó aterrorizado como no se recuerda en Europa. Probablemente, más allá de la eliminación que sufrió frente al Atlético de Madrid, al Barça no le bailaba un rival en Europa de esta manera desde que lo hiciera el Bayern de Heynckes en 2013. Por suerte para el Barcelona, lo sucedido esta noche tiene solución.
Por Jordi Blanco | ESPN
