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Estrellas de Siempre: Huelga, la estrella fugaz

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Estrellas de Siempre: Huelga, la estrella fugaz

 

 

Por Fernando Rodríguez Alvarez

ferna.rodriguez74@gmail.com

 

En el deporte hay grandes atletas que han terminado su carrera longeva, sin intermitencias o grandes dificultades, los que son por derecho propio parte del acervo y leyenda colectiva de miles de aficionados seguidores de los mismos. De esos se habla con fervor, otros, también muy destacados han pasado a la historia por sus proezas deportivas, pero también son figuras por siempre legendarias por sus fines trágicos. Cuando hablo de fines o destinos dramáticos me refiero a lesiones inoportunas en el cenit de sus carreras, sanciones o muertes en la flor de la vida misma y de su actuar atlético, ya sea por causa natural o violenta.

Sobran casos de estos últimos. Lou Gehrig, el mítico Caballo de Hierro de Los Yankees de Nueva York de los años 20 y 30 del siglo pasado, fue víctima de una extraña enfermedad que desde entonces lleva el nombre de este tremendo slugger y primera base.

Ayrton Senna, multi laureado corredor de Fórmula Uno, quien iba en camino de desplazar los cinco campeonatos mundiales conquistados por el legendario argentino Juan Manuel Fangio.

Roberto Clemente, para muchos el mejor pelotero boricua y latino de la historia y el mejor right field de Grandes Ligas, murió en un trágico accidente de aviación cuando llevaba alimentos y medicinas a los damnificados por el terremoto de Managua en diciembre de 1972. A Clemente todavía le faltaban algunas temporadas en el mejor béisbol del mundo y en su última serie había terminado con 3000 hits exactos.

 

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En el escenario nacional de Cuba están los casos del ciclista Sergio Pipián Martínez, el peso completo de boxeo Roberto Balado, el lanzador zurdo capitalino Santiago Changa Mederos, el lanzador derecho oriental Manuel Alarcón, el segunda base Rey Vicente Anglada, y los toleteros Armando Capiró y Pedro José Rodríguez José Antonio Huelga Ordaz es uno de los casos ilustrativos de grandes figuras deportivas con fines trágicos. Mi generación creció a la par de su leyenda, era ya una figura en la eternidad, no pudimos disfrutar sus hazañas.

Ahora tuviera más de 60 años, nació el 14 de marzo de 1948 en Tuinicú, Sancti Spíritus, antigua provincia Las Villas, pero un accidente automovilístico lo sacó del reino de los vivos y del deporte el viernes 4 de julio de 1974.

Murió joven, con la edad de los dioses. Fue a la vida eterna dormido, pues descansaba plácidamente al lado del chofer cuando se impactó el auto contra una rastra, a oscuras, estacionada en la carretera Panamericana rumbo a Mariel. Huelga fue entre 1969 y 1973 el indiscutible pitcher uno de Cuba, por coincidencia exhibía ese número en su uniforme de Azucareros, Las Villas y el team Cuba. Era el pitcher designado para lanzarle a Estados Unidos, en una época más romántica y política de nuestro béisbol, cuando ganarle a los norteños era más de vida o muerte que en la actualidad.

Fue bautizado El Héroe de Cartagena en virtud de los dos partidos consecutivos que en la Serie Mundial celebrada en Colombia en 1970 le ganó al representativo norteamericano. Al regreso fue recibido como todo un héroe nacional, Fidel Castro le sirvió de primer anfitrión y le propuso el nombre de su hija, nacida en esos días: Victoria de Cartagena. Ese año fue elegido entre los diez atletas más destacados del país y el mejor pelotero. Huelga, cuyo padre verdadero también fue destacado lanzador, comienza a practicar el béisbol con 16 años en la ciudad espirituana donde residía hacia un lustro. Era tercera base y cuarto bate de su Secundaria y recién creada Área Especial de béisbol.

 

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Lanzó por primera vez de forma casual, su equipo se enfrentaba por el título provincial de la categoría contra el fuerte Camajuaní, y no tenían lanzadores frescos, por lo que el mentor echa mano a Huelga. Ganan los espirituanos 6 a 5, primera victoria de Huelga, y empatan la serie. Dos semanas después es el juego decisivo y Huelga le pide la bola al manager, ¿resultado?: victoria yayabera de 9 a 0 con 17 ponches y un solo hit permitido en el octavo inning. Así empezó la historia monticular de José Antonio Huelga.

En ese partido crucial el receptor espirituano Fernando Ibarra tiene que abandonar el juego en el séptimo capítulo por tener inflamada la mano de recibir, así serían las rectas de humo del ídolo de Tuinicú. Al siguiente año Huelga se embulla más con el box y en la Regional Juvenil en solo 36 entradas lanzadas reparte 69 ponches, que bárbaro.

Esa actuación lo lleva al Nacional Juvenil. Solo se apoyaba en su terrorífica velocidad y rápidos virajes a las bases, no sabía lanzar, era a puro coraje, pero le sobraban condiciones. Por sus méritos competitivos es parte de la selección juvenil que realiza una gira por Canadá, su primera experiencia internacional. Fue Pedro Natilla Jiménez, otrora gran lanzador amateur y profesional, quien en 1965 lo descubre realmente como pitcher y funge como su primer y gran entrenador, el que le enseñó todos los secretos del difícil arte de lanzar, su padre beisbolero, quien lo llevó a los planos estelares.

 

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Debuta con Las Villas en Series Nacionales en el torneo nacional 1966-1967. Al siguiente año pasa al equipo villareño más fuerte: Azucareros. Salta al estrellato con 16 victorias, 151 estrucados y promedio de carreras limpias de 1.31. Al finalizar esa serie participa en la I Serie de Estrellas de la pelota cubana, su actuación en la misma fue fantástica, se lía el 19 de mayo de 1968 en un duelo contra Occidentales de 20 entradas, el partido tuvo que sellarse con empate a tres carreras, asombra que, según atletas, técnicos y aficionados testigos, Huelga seguía con la primera velocidad del primer inning, Natilla no lo quitó porque estaba imbatible.

Debuta en el equipo Cuba de mayores en el que permanece de forma ininterrumpida hasta 1972. Sus continuos éxitos y grandes hazañas, unido a un magnetismo personal y gran carisma, le granjearon el cariño de compañeros y rivales, de mujeres y hombres, de cubanos y extranjeros. Eran famosas sus jaranas, alegría de vivir y carácter jovial, siempre presto ayudar a los demás, a los peloteros más inexpertos. En el 69 conforma un gran dúo monticular con el derecho Rolando Macías El Músico de San Fernando de Camarones y guiados de los brazos de ambos le dan el primer triunfo nacional a Azucareros. En su magnífica temporada del 70 gana 8 y pierde 5 con increíble promedio de 0.92 y 102 abanicados en 107.1 entradas de actuación.

En la Serie de Los Diez Millones, la verdadera primera Selectiva, de nuevo con su amigo Rolando Macías guió a Las Villas a un inobjetable triunfo. Macías encabezó el promedio de carreras, mientras que Huelga lo secundó en ese departamento, fue líder en puntos por juegos salvados y promedio de ganados y perdidos con 11 triunfos y un revés. En los Centroamericanos celebrados en Panamá lideró las lechadas con 2 y las carreras limpias con 0.00 de promedio en 18 innings lanzados. Después vendría su fabulosa Serie Mundial de Cartagena donde en duelo con el astro norteamericano Burt Hooton –después lanzó en Grandes Ligas- venció en once entradas 3 a 1, primera victoria cubana en el Play Off.

En menos de 48 horas volvía a vencer a los del norte con relevo de oro de cuatro entradas y un tercio para darle el título mundial a Cuba. En el 71 vuelve a encabezar el staff Azucarero para otro triunfo nacional. En los Panamericanos de Cali es la gran figura del pitcheo cubano y vence por el título a Estados Unidos 4 a 3, aunque soportó tres cuadrangulares con bases limpias, pero se impuso con su arrojo, metió el brazo y ganó. La Habana fue sede a fines de año de la Serie Mundial, primera celebrada en Cuba después del triunfo de la Revolución.

Huelga vuelve a ser el pitcher número uno. Al concluir el Mundial se celebra, por iniciativa y votación de la prensa, un juego extra entre las estrellas de los restantes equipos participantes contra el seleccionado criollo. Huelga lanza espesa lechada de 2 a 0 con dos hits solitarios permitidos y la cifra de 17 hombres estrucados, dejados con las ganas de batear. El pitcher por los derrotados fue el cubano boricua Carlos Lowell, padre del después estelar Mike Lowell. En la Nacional 71-72 vuelve a brillar y aporta su cuota importante al tercer campeonato logrado por sus Azucareros villareños.

En la Serie Play Off extra entre Azucareros y Mineros de Oriente Huelga le pide la pelota a Servio Borges para abrir el crucial partido y se enfrenta al ya también estelar Braudilio Vinent El Meteoro de la Maya, a pesar de no encontrarse bien físicamente, lo vence en gran duelo de 2 carreras a 0 y le da hit impulsor de una carrera para darle el triunfo a las tierras del centro del país en la meca de la pelota cubana: El Latinoamericano. En ese juego diserto en el arte de lanzar con solo 96 envíos, 71 de ellos strikes.

En el Mundial celebrado en Nicaragua se enfrasca en gran duelo con el lanzador submarino japonés Hideo Furuya y lo vence 2 a 0 con un sencillo permitido, primera victoria en la historia de los enfrentamientos beisboleros entre Cuba y Japón. Se enfrenta al débil equipo de la extinta República Federal Alemana y en las siete entradas que lanzó retiró a los 21 bateadores enfrentados con la priofela de 18 ponchetes.

Todavía resulta inaudito pensar que el director cubano y amigo de Huelga, Servio Tulio Borges, no le haya permitido concluir ese partido cuando iba camino de lanzar el primer juego perfecto en Mundiales, Cuba ganó ese partido 10 a 0. Abrió el partido final contra Estados Unidos, pero en esta ocasión aunque no lo hizo mal fue retirado del box en la séptima entrada cuando el juego se encontraba desfavorable a Cuba 2 a 0.

El partido lo ganó como relevista Braudilio Vinent por el histórico cuadrangular de Agustín Marquetti que dejó al campo a los norteamericanos. Huelga presentó problemas en una de sus piernas, por tal razón fue bajado para el equipo Las Villas, menos fuerte que Azucareros, y aunque no estuvo mal no fue incluido en el equipo Cuba en 1973. Por prescripción médica tuvo que alejarse de los diamantes de forma provisional en espera de la recuperación de su pierna. A todos sus amigos le decía que tenía una “piedra” en el brazo, que lo tenía entero, pero los dolores en la pierna no le permitían lanzar. En el argot beisbolero se dice que tenía una bola “pesada”, pues solo permitió 9 jonrones en Series Nacionales, uno en Juegos de Estrellas o de exhibición (en 1972 el novato Fernando Sánchez) y le batearon para un anémico average de 180.

Después de 7 nacionales -incluyendo la Serie de Los Diez Millones que no fue a los records hasta 1988- era segundo en promedio de carreras limpias, tercero en ponches, cuarto en juegos ganados, noveno en juegos completos, entradas lanzadas y lechadas. En la actualidad es el líder histórico en carreras limpias, es cuarto en promedio de ganados y perdidos con 100 o más decisiones y figura entre los que menos le han bateado.

El 9 de septiembre del 73 hace la que sería su última actuación monticular en un juego de exhibición entre los CDR y el MININT, abre el partido celebrado en el Victoria de Girón de la ciudad de Sancti Spíritus, vino directo del Hospital que colinda con el terreno, el estadio se caía abajo con los aplausos. Ponchó a los cinco primeros bateadores enfrentados, el sexto le da un hit, “Texas” detrás de segunda, y el séptimo y último bateador falla en rolling al short.

Más allá de sus recursos, de su supersónica recta que se le movía veleidosa, de su rápida curva y su no menos cortante y veloz slider o su control, estaba el mejor de sus lanzamientos: el coraje a toda prueba. Grandes peloteros que coincidieron con el legendario José Antonio Huelga coinciden en que le metía miedo al susto en un juego de pelota, que no importaba lo comprometido del partido.

Era un lanzador que le pedía una o dos carreras a sus compañeros de equipo y les aseguraba la victoria si cumplían su petición, lo han atestiguado grandes como Lázaro Pérez, su sempiterno receptor, Owen Blandino, Antonio Muñoz, Wilfredo Sánchez, Rolando Macías, Pedro Jova y Félix Isasi, entre otros. Con Huelga no había imposibles y nunca se estaba perdido. Algo que no pueden reflejar sus cortos, pero fenomenales números, es su valor y seguridad que lo hacían ver inmenso en un terreno y dueño de la situación. Después de su alejamiento del juego diario se le dejó de mencionar en los medios de difusión masiva, se le restó importancia, ya no era el centro de atención.

Él no era pretencioso pero se quejó de esa situación con amigos y periodistas, era como si, en buen cubano “tin tiene, tin vale”. Otras figuras como Vinent, Changa, Juan Pérez Pérez y Julio Romero capitalizaban los espacios noticiosos. La muerte lo hizo ser de nuevo noticia y en esta ocasión para provocar duelo nacional. Muchos esperaban su retorno, pero el entró para siempre en la inmortalidad. Tal vez hubiera vuelto por sus fueros, tal vez no, nunca se sabrá, pero siempre será El Héroe de Cartagena, la estrella fugaz de la pelota cubana. Su nombre prestigia el principal Estadio de su tierra natal desde 1991.

Con su nombre se celebraron desde 1983 ocho ediciones de un torneo internacional que en su momento era el único evento organizado por un país que la AINBA -ahora IBAF- le daba carácter oficial, en el penúltimo de ellos se inauguró su estatua y el estadio con su nombre.

Estos eventos se celebraron por última vez en 1994, y reeditados entre el 5 y el 15 de junio del 2008 en la misma sede del primer torneo, el Latinoamericano. Pero su calidad dista del nombre de Huelga, pienso que amerita que se mantenga este torneo pero con nivel similar a los de Rotterdam y Haarlem.

Considero que en Cuba se puede instituir anualmente un premio al mejor lanzador cubano, algo así como el Cy Young de Grandes Ligas, esto se hizo a principios de los 80 del pasado siglo en que se premiaba con el José Antonio Huelga al mejor lanzador derecho de cada Nacional y con el Santiago Mederos al mejor zurdo, pero como muchas cosas en nuestro país llegaron para durar poco. No es descabellado, muchos cubanos, a pesar de largas y destacadas carreras de otros monticulistas, catalogan al número uno como el mejor pitcher cubano después del 59, aún encabeza el departamento promedio de carreras limpias permitidas.  

 

 

Fernando Rodríguez es autor de los libros "Pase usted Señor Jonrón. La verdad sobre Cheito Rodríguez", "Armando Capiro. Grande por Siempre" y "Antonio Muñoz. Del Escambray a Tokio". Los libros se pueden comprar en Amazon. A su vez se pueden encontrar en la librerias "Revistas y Periodicos" y en "Sentir Cubano" o los interesados en adquirir estas importantes publicaciones pueden llamar al autor al 786-523-5819 o contactarlo al email ferna.rodriguez74@gmail.com

 

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