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Llegan los cambios al béisbol cubano, pero ¿son suficientes?

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dariel abreu

 

Por MARINO MARTINEZ

mmartinez@elnuevoherald.com

 

Admiramos las nobles ideas del fundador de los Juegos Olímpicos, el barón Pierre de Coubertin. Pero los tiempos cambian y en estos momentos no se puede avanzar en el deporte moderno actuando con la pureza de hace 117 años.

Cuba, hasta el último Clásico Mundial del pasado mes de marzo era el único país donde no se jugaba béisbol por dinero. Y esa falta de contacto con el profesionalismo durante décadas trajo como consecuencia un estancamiento en su desarrollo a la nación que enseñó a jugar pelota a la mayoría de los países del mundo.

Dentro y fuera de la isla, millones de fanáticos pedían a gritos una restructuración completa de este deporte. El aislamiento produce atraso y la mejor opción que tenía Cuba era enfrentar dicho desafío. Y no existía ninguna razón para temer al reto, pues de una punta a la otra de la isla se levanta una piedra y debajo de ella sale una futura estrella del béisbol.

Algunos analistas dudaban de que Cuba iba a enfrentar la rivalidad. La respuesta inicial la dieron las autoridades deportivas de la isla al anunciar su regreso a la familia del béisbol profesional. A partir de ahora, Cuba necesita seguir dando pasos que le faciliten las condiciones para retornar a los mejores días de su historia cuando fue de manera simultánea durante más de 100 años la segunda potencia beisbolera del mundo a nivel profesional y la primera en el campo amateur.

Cuba necesita montarse en el tren de la comercialización, algo necesario en la vida moderna. Al parecer, los antillanos han comenzado a transitar por el camino que conduce al éxito.

Jugar en el extranjero

El jueves 19 de julio el presidente de la Federación Cubana de Béisbol, Higinio Vélez, anunció que Cuba permitirá a sus jugadores firmar con clubes profesionales extranjeros, eliminando una prohibición que estaba vigente desde hace más de medio siglo. “El fichaje en clubes extranjeros ahora es una política de la Federación cumpliendo con el anhelo de insertar al béisbol cubano en el mundo”, dijo Vélez.

El dirigente no precisó detalles de los contratos que podrán firmar los jugadores cubanos, pero dejó claro que los permisos se otorgarán a los peloteros destacados en las Series Nacionales para que jueguen en otros países y regresen a representar a sus equipos.

Ya Cuba había dado las primeras señales de cambios el martes 11 de junio cuando el propio Vélez anunció el regreso a la Serie del Caribe en el 2014 en Venezuela. Al siguiente día se dio la noticia de que el tercera base Michel Enríquez había recibido autorización para jugar con los Piratas de Campeche de la Liga Profesional de México y por último el viernes 21 de junio se informó que dos de sus mejores peloteros también iban a jugar con la novena de Campeche, el poderoso bateador Alfredo Despaigne y su compañero con la novena de Granma, Yordanis Samón.

Las recientes declaraciones de Vélez representan un paso adelante en busca de abrazar la ciencia y la técnica para alcanzar el desarrollo. Pero estos pasos no deben ser los únicos. Cuba debe adaptar su béisbol a las realidades internacionales del momento. Lo mismo que pasa en el fútbol y otros deportes a nivel global con jugadores como el argentino Lionel Messi y el español Fernando Torres actuando con clubes de Europa para después jugar con sus equipos nacionales en la Copa Mundial, los cubanos deben seguir ese ejemplo permitiendo a los peloteros que brillan en Grandes Ligas actuar con la escuadra nacional.

Muchos analistas creen que los peloteros cubanos de Grandes Ligas entre los que se cuentan el supersónico lanzador Aroldis Chapman, Kendrys Morales, Alexei Ramírez, Yoenis Céspedes, Yunel Escobar, José Fernández y la nueva sensación de los Dodgers de Los Angeles, Yasiel Puig, deberían integrar el equipo nacional al lado de los que actúan en Series Nacionales.

Dichos jugadores en un mismo equipo convertiría a Cuba en una tremenda novena. “Me hubiera gustado actuar para mi país en el Clásico”, indicó José Contreras durante su visita a la isla. “Casi todos los peloteros cubanos en Estados Unidos desean vestir el uniforme de su patria en eventos internacionales”.

Orgullo nacional

El béisbol es para el cubano más que una religión. Es su propia respiración y forma parte de su cultura. Y ese orgullo que tienen por este deporte desde que en 1878 se inauguró el primer campeonato profesional, está herido por llevar ocho años sin ganar un torneo de verdadero nivel.

La herida sangra porque después de ser durante más de un siglo la segunda potencia del mundo, en estos momentos no ocupa ni la cuarta plaza. El proceso del descalabro cubano se inició con la entrada de jugadores profesionales en el béisbol internacional.

La primera gran derrota antillana llegó en el 2007, en Taipei, cuando Estados Unidos venció 6-3. Un año antes habían realizado un brillante papel en el primer Clásico Mundial al terminar en segundo lugar, cuando cayeron en la final ante Japón.

En los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 sucumbieron 4-3 ante Corea del Sur, en el Mundial del 2009 en Italia finalizaron segundo y en la Copa del Mundo del 2011 fueron eliminados por Holanda.

En el Clásico del 2009, Cuba no pasó a las semifinales al sufrir dos derrotas ante Japón. La siguiente decepción fue en el Clásico del 2013 cuando en cuartos de finales perdieron dos veces frente a Holanda.

Los holandeses vencieron a los cubanos en cinco ocasiones consecutivas hasta que fueron derrotados dos veces en el Torneo de Rotterdam el pasado mes de julio, donde los antillanos se llevaron el título.

Pero la escuadra perdió a otro pelotero cuando el 29 de junio el pitcher derecho Odrisamer Despaigne abandonó el equipo en una escala técnica en París.

La última derrota de los cubanos se produjo hace unas semanas cuando su selección perdió cinco partidos amistosos frente a la selección nacional universitaria de Estados Unidos, siendo la primera vez en la historia en que los antillanos son barridos en cinco juegos consecutivos ante cualquier rival, sea éste profesional o universitario.

Causas del descalabro

Cuando una potencia beisbolera pierde consecutivamente no es obra de la casualidad, es la confirmación de que padece de una enfermedad que le roba su salud: una parálisis en su desarrollo.

“El país ha sufrido una involución muy grande y el deporte al formar parte de la sociedad no escapa a dichos problemas”, afirmó Luis “Yiki” Quintana, narrador de los Marlins de Miami y de la pelota cubana por muchos años.

Algunos comentaristas creen que los reveses de Cuba se deben a que el béisbol ha mejorado a nivel mundial. Es cierto, pero la otra realidad es que mientras los restantes países encontraron fórmulas para elevar su nivel, los antillanos han estancado el suyo.

Por citar dos ejemplos, tenemos a Holanda y Brasil. Los holandeses, que hasta hace poco tiempo eran conocidos deportivamente por su fútbol y su hockey, estuvieron a un triunfo de discutir la final del último Clásico. Mientras que los brasileños demostraron una mejoría notable. Ambos países se han insertado en el béisbol profesional de Estados Unidos y este acercamiento ha facilitado dicha superación.

Dominicana, Venezuela, Puerto Rico y México, cuatro naciones latinoamericanas con gran tradición beisbolera, le deben sus respectivos avances a las relaciones directas con las Grandes Ligas. En dirección contraria, debemos preguntar, ¿qué ha hecho Cuba para elevar su nivel?

Durante el pasado Clásico Mundial en Japón los cubanos demostraron una gran ofensiva con bateadores como José Dariel Abreu, Alfredo Despaigne, Frederich Cepeda, José Fernández y Yasmani Tomás. Y aunque también se vieron a otros jugadores jóvenes con talento, se confirmó que tienen dificultades con su pitcheo y necesidad de foguearse con frecuencia ante los mejores lanzadores y peloteros profesionales del mundo.

“El béisbol cubano ha estado desconectado del mundo y el pitcheo es su principal problema”, dijo Orlando Chinea, ex entrenador de lanzadores de los equipos de Las Villas en Series Nacionales y en la actualidad con novenas de Grandes Ligas.

Luego de los reiterados reveses, las tres principales preguntas de millones de fanáticos son: ¿Tomará Cuba las medidas apropiadas para revivir el béisbol? ¿Podría formarse en un futuro cercano el equipo Cuba con la combinación de jugadores de la isla y los que actúan en Grandes Ligas? ¿Seguirá la crisis hasta que la pelota cubana toque fondo?

Al parecer la crisis pudiera no tocar fondo porque Cuba respondió con ciertos cambios. Pero existe aún una interrogante. ¿Los movimientos que se anunciaron son los únicos que se necesitan para que los cubanos regresen a la élite del béisbol mundial?

(Próxima edición: La grandeza del béisbol cubano antes de 1961)

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